El
coche entró en el cementerio. Salió de él y se dirigió a la sepultura
de su hijo. Frotó con su mano la foto de la lápida y se la besó. Se
agarró una mano contra la otra y se las frotó fuerte, como queriendo
callar un sentimiento que quería gritarle.. que le quemaba la garganta
queriendo salir y ella lo silenció. Con ella se encontraban su hermana y
una por debajo de ellas.
El día había comenzado con un café y el pensamiento de su hijo pequeño.. su adorado hijo único. La que está por debajo de ella, sabe de su dolor. Sabe de su soledad... sabe de sus lágrimas derramadas. Sabe que ese día, está lleno de amargura... pero también sabe que la que está por encima de ella, intenta llevarlo lo mejor que puede. Por eso, intenta sobreponerse a ese dolor. Por su hijo y por ella misma. Hace 21 años que él se fué. Y parece que aún se oye su voz pidiendo que jueguen con él... y por supuesto, la que era igual que él, jugaba con él. Lo adoraba, tanto o igual que su madre... pero el dolor no es el mismo (al menos, eso era lo que le decían).
Pero
tanto su madre como la que está por debajo de ella, pero es igual que
él, sabe que algún dia se volverán a ver las caras y volveran a sonreir
juntos.. Y ya no habrán tristezas ni lágrimas. Ya no habrán dias amargos
de aniversarios penosos...
Dedicado a mi tia Tachi.
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